La semana pasada he estado muy calladita, sin escribir. Ha sido una semana rara. Lunes, paseíto de una hora con la bici, porque el martes tocaba ITV en el CSD. Revisión completita, completita. Un trámite que tenía que cumplir pero que no viene nada mal porque nunca me habían examinado de esa forma, con tanto detalle. Analítica a las 9, en ayunas. Luego te pesan , te miden, te mandan a desayunar.... y después sigues con antropometría, electro, ecocardiograma, dinámica plantar, radiografías de todo el cuerpo y acabas con espirometría y prueba de esfuerzo. En el mejor de los casos, estás libre en seis horas. En el peor, como a mí, te colocan un holter y a vivir un día con los cables: currar, entrenar, dormir... todo queda registrado, aunque bienvenidos sean los cables si te aseguran que todo marcha bien.
Pueden mirar con todo el detalle que quieran, pero no me cuentan nada nuevo. De genética.. nada de nada, y los datos que arrojan todas estas pruebas sólo demuestran que pongo mucho empeño en todo lo que hago, en cuanto a deporte se refiere ;-)).
Te sacan taras por todos los lados: los pies, el corazón, habrá que ver la analítica....
Por suerte, el domingo en el Museo de la Ciencia me subí a una maquinita que te coge medidas y con ellas, una lámpara que sube por una guía colocada frente a tí, te indica dónde debería estar tu ombligo para que se cumpla la fórmula matemática de lo bello.....
...y ahí estaba mi ombligo, perfectamente colocado. Intentaré mirármelo más, si cabe.