martes, 8 de abril de 2008

¡Jo!, ¡Qué penita!


No se si sabéis que Ana Casares andaba preparándose para intentar la mínima de maratón para ir a Pekín. Había que bajar de 2h32'. Su mejor marca andaba por 2h36', después de bajarla 5' en cada uno de sus últimos 3 maratones, teniendo en ese periodo un 2h41' durante la lactancia de su segunda hija. Pues bien, una fractura por estrés hace que todo su esfuerzo, dedicación y buen hacer manden al traste una oportunidad única en la vida y más teniendo en cuenta sus circunstancias.
Por casualidad un día cayó en mis manos una revista de entrenamientos en la que Ana hablaba sobre deporte y mujer enfocado fundamentalmente en maternidad. Yo tenía dos hijos y en mi vida el deporte se había convertido en algo muy importante. Compaginarlo con lo más importante de mi vida que era mi familia era algo que me traía de cabeza. La falta de tiempo real, combinada con el remordimiento de conciencia que se crea por pensar que estás dejando a la familia de lado, hace que se pasen épocas francamente malas. Pensé que Ana, con una edad similar y unas circunstancias familiares parecidas, entendería a la perfección mis "problemas" y que podría ser la entrenadora perfecta. Así fué, y he disfrutado muchísimo con ella del triatlón y del maratón. Ana siempre te hace sentir escuchada y sabe conjugar en sus entrenamientos las mil variables que aparecen en la vida de una mujer con trabajo y dos hijos.
Por esta razón, y aunque de momento el triatlón lo tengo apartado y mi contacto con ella ha desaparecido, siempre me he sentido identificada con ella. Bueno, no exactamente identificada porque a nivel deportivo compararme con ella es como comparar a Dios con un gitano pero en cierto modo la he considerado como el ídolo de las mamis-trabajadoras-deportistas.
En fín, que me da mucha penita todo esto porque esa fractura me duele mucho a mí también. En diversas ocasiones de mi vida, las fracturas han acabado con muchas ilusiones, como en el caso de Ana. Y no hablo sólo de fracturas de huesos. Ella cuenta que ahora mismo se refugia en sus niños y su familia. Esa es la suerte que tenemos.
Ojalá pueda volver a intentarlo y acabe en Pekín corriendo el maratón de su vida.

2 comentarios:

Nacho Cembellín dijo...

Coño!!!, mira que es injusto que cuando alguien está asi de super-motivado, supera todos los problemas y llega una puñetera lesión y te para en seco.

MAE dijo...

Vaya p*ta.... pero la verdad es que me parece una persona muy positiva y "valiente" no me extrañaría que puediera estar el Pekín,tien una fuerza de volutnad a preuba de bombas, aunque bien es verdad que una lesión así necesita un "tiempo".

Espero que tenga suerte. Por cierto que ¿cómo te fue en Logroño? cuéntate algo mujer, yo en Monforte ..... mejora ya no digo ná de ná ¡¡qué papelón!!!

Un beso guapa