Tras una semana de inactividad TOTAL forzosa, tirada en un sofá de miercoles a sábado, retomé ayer de nuevo los entrenamientos con una sesión de velódromo con Nuria. Desastre total. Parece mentira que con el tiempo que dedicamos a entrenarnos y lo que cuesta coger la forma, ésta se pierda así, en seis días, como si nada. La intención era hacer un par de miles, un dosmil y un tres mil pero la cosa se quedó en unas arrancadas, un mil y unos relevos con un par de espontáneos.
Desde el primer momento, calentando, yo sentía dolor de piernas. Era como si las estuviera forzando a hacer algo para lo que no estaban preparadas. Tan sólo rodábamos por la pista y podía recordar y sentir todos los dolores y lesiones que he tenido en los últimos años. Según íbamos dando vueltas podía notar cómo se hinflaban mis piernas como si fueran las de Popeye. Aún así, nos lanzamos a hacer "nuestro trabajo". Hicimos una arrancada y una primera vuelta muy buenas, pero de repente, empezamos a sentir como si fuéramos en direcciones opuestas, tirando una de la otra. Supongo que esta sensación era debida a lo mal que yo me encontraba después de haber estado tanto tiempo parada. En el tándem hay que trabajar por igual y si una está reventada y la otra trabaja más de la cuenta, revienta rápidamente también. Cambio de planes y a hacer unos relevitos durante un rato para cubrir el expediente.
Hoy tengo agujetas. Está claro que mis músculos en 6 dias se han olvidado de que llevamos desde noviembre trabajando. Habrá que volver a recordáselo poco a poco, haciendo un poquito hoy y mañana un poquito más para ver si el viernes me permiten entrenar fuerte, que es lo que toca.